Este término implementado en 1992 por el antropólogo Marc Auge refiere a la falta de individualidad en los espacios y al ritmo acelerado de la vida contemporánea. No nace como critica, sino como observación a los cambios acelerados de la sociedad desde los años 70 en adelante.
Varios han sido los factores que generaron los NO lugares y son encontrados en todo el mundo, ya que a eso refiere: a la globalización de los espacios. Hoy queremos contarles un poco de las principales incidencias en la creación de estos NO lugares y cómo quizás sin saberlo nos convertimos en usuarios temporales de los mismos.
El transporte
Gracias a los aviones, trenes, buses y coches tenemos la posibilidad de desplazarnos a altas velocidades por grandes distancias en poco tiempo. Esto hace, por ejemplo, que en un mismo día nos despertemos en Buenos Aires y durmamos en Madrid con tan solo haber viajado 12 horas. Es así como los límites geográficos para una persona se han ensanchado y eso genera un sentimiento de infinidad, de ilimitada libertad de movimiento, pasando de un lugar a otro en poco tiempo y sin contemplarlos realmente. De eso se trata, de la falta de tiempo para contemplar, de ir rápido y llegar, sin ser conscientes de la distancia transitada. No es una crítica, sino que es una realidad y como tal nos ha acelerado el ritmo de vida.
El turismo
Como turistas somos usuarios de los No lugares. Un aeropuerto o una habitación de hotel son No lugares que frecuentamos cuando estamos de paso por un lugar. El turista no genera vinculo ni relación con ese lugar, ya que no se identifica a través de los usos y costumbres. Una habitación de hotel de una cadena grande y reconocida mundialmente puede ser replicada tanto en Paris como en Hong Kong, y los turistas no se percatan de esto. El turista busca los NO lugares porque son donde puede permanecer transitoriamente, en su paso por una ciudad.
La arquitectura y el diseño
Los elementos que integran un No lugar lo hacen genérico y sin identificación a la ciudad o al país donde se ubica. Son espacios repetitivos, inauténticos e impersonales. La arquitectura se centra en el usuario de ese No lugar, para que se sienta a gusto, por ejemplo, en un centro comercial rodeado de marcas conocidas, circulando sin problemas por los espacios comunes y encontrando patios de comida con variedades de todo el mundo. Se diseñan situaciones homogéneas, limpias y que le permitan al usuario moverse con rapidez, ya que su tiempo es limitado para estar en ese lugar y rápidamente pasar al otro.
La riqueza de la calle, la historia de un lugar, las costumbres, el idioma, todo esto y más llenan de carácter un lugar que nos identifica. La interacción entre personas y el encuentro llenan de humanidad a los espacios que sino serian fríos y faltos de carácter. La cafetería de barrio atendida por el dueño que conoce los pedidos de los clientes sin que ordenen, ese lugar respira individualidad y diferencia. Podríamos llamar entonces a estos factores como el contraste al NO lugar.
La invitación hoy es entonces a ver en qué momentos hacemos ciudad y lugar, a frenar y contemplar aquellos lugares que forman parte de nuestra rutina y quizás no los tenemos incorporados.